Terreno Intelectual:
Tienen que dejarse ser lo que son. Se casan prometiéndose que ninguno de los dos imitará al otro, ni se obligarán a ver el mundo con las referencias de su pareja. Nunca le diremos a nuestra pareja: “Quiero que pienses esto o lo otro”. Tendremos derecho a expresar nuestra propia visión del mundo, aunque difiera de la del otro.
Terreno Emocional:
No nos someteremos a la tortura de querernos unir de un modo que no sea el nuestro. Nos amaremos como podamos amarnos, sin tratar de ser espejo, sin aspirar a una quimérica fusión sin desear serlo todo el uno para el otro No nos encerraremos en una relación exclusiva, sino que iremos agregando a nuestro cariño el cariño por nuestros hijos, por nuestros parientes, por nuestros amigos, por aquellos a los que admiramos, por la humanidad entera..
Terreno Sexual:
Comprenderemos que el encuentro de nuestros cuerpos es un placer que debe ser explorado y desarrollado. La verdadera clave de una descendencia feliz es el goce con el que la engendramos. Tendremos hijos del placer, no del deber. Este placer será mutuo y sin límites. Nos permitiremos expresar nuestros deseos, solicitando esta o aquella caricia, aceptando satisfacer las fantasías sexuales del otro pero teniendo el derecho a negarnos.
Terreno Material:
Compartiremos un espacio pero nos permitiremos también tener un territorio personal, con la promesa de no invadir nunca el del otro, respetando nuestra necesidad de soledad
Tomado del Libro " Cabaret Místico"
Alejandro Jodorowsky